El mundo que necesita al Verbo de Dios

 
 
 

En Lucas 2:14 leemos la proclamación de los ángeles que acompañaron el anuncio del nacimiento de Jesús a los pastores, los cuales alabaron a Dios y bendijeron a la tierra.

Ese pasaje nos dice que el anuncio de la llegada del Verbo de Dios no solo era importante para Israel o los pueblos aledaños, sino que para todas las naciones. Esto lo confirmó Simeón, un anciano piadoso a quien el Espíritu Santo le había revelado que no moriría hasta que viera al “Ungido del Señor”.

El encuentro de Simeón con Jesús se dio en el templo de Jerusalén, a donde María y José llegaron a entregar una ofrenda por el nacimiento del niño. El anciano tomó al bebé e hizo una declaración (Lucas 2:29-32).

Si observamos esta declaración con detenimiento, nos daremos cuenta que el Señor preparó la salvación delante de “todos los pueblos” y que Jesús sería “luz para revelación a los gentiles”. Estos últimos son todos aquellos que están fuera del pacto que Dios hizo con Israel en el Antiguo Testamento, es decir, todos los pueblos de otras tierras que no son Israel.

Con la llegada de Jesús, Dios muestra que su plan nunca fue tener un trato con un pueblo y otro con el resto del mundo; sino que toda la humanidad, perdida en sus pecados e incapaz de reconciliarse con Él, fuera salva mediante la fe en su Hijo.

Lee lo que dice Pablo acerca del plan de Dios por medio de su Hijo en Efesios 2:14-16. A pesar de que, como humanos, fallamos en alcanzar la santidad de Dios y merecemos todo el castigo de su justicia, la navidad nos permite tener gozo, paz y gratitud, ya que, como escribió el apóstol Juan: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14) ¡Conmemora el nacimiento de Jesús con la dicha de saber que Él te ha reconciliado con Dios!