Viernes: ¡Todo se ha cumplido!
Viernes: ¡Todo se ha cumplido!
A Jesús todos los abandonaron el jueves por la noche. Después de orar en el Getsemaní, los soldados romanos llegaron a capturarlo. Judas les había indicado su ubicación. Todos los discípulos de Jesús huyeron. Olvidaron la promesa de permanecer con su Maestro. Lo enjuiciaron sin nadie que lo defendiera. Lo condenaron sin culpa alguna.
Cerca de las 9 de la mañana de este viernes santo Jesús ya estaba en el «Lugar de la Calavera». Un soldado le apretó el antebrazo con su rodilla y le atravesó una mano con un clavo, y luego la otra, y después ambos pies. Mientras los romanos elevaban la cruz y se burlaban de Él, sin darse cuenta, pusieron a Cristo justo en la posición en la que Él vino a morir: entre la humanidad y Dios. Como un sacerdote en su propio altar.
Al mediodía, la oscuridad cayó como una cortina. Era sobrenatural, no una acumulación de nubes casual ni un eclipse solar breve. Esto fue una manta de oscuridad de tres horas. Por supuesto que el cielo estaba realmente oscuro; el pueblo estaba matando a la Luz del mundo.
Fue entonces cuando Jesús respiró profundo, apretó sus pies contra el clavo romano y gritó: “Todo se ha cumplido”.
Quiero que recuerdes esta determinación de Jesús en la cruz. Jesús no se rindió. Pero no pienses ni por un minuto que no estuvo tentado a hacerlo. Observa su mueca de dolor mientras escucha a sus apóstoles murmurando y discutiendo. Míralo llorar sentado frente a la tumba de Lázaro, o escucha sus lamentos mientras se aferra al suelo en el Getsemaní.
¿Quiso darse por vencido alguna vez? Claro que sí. Por eso sus palabras son tan espléndidas…”Todo se ha cumplido”. El trabajo estaba terminado. La sangre había sido derramada. El sacrificio había sido ejecutado. El aguijón de la muerte había sido removido. Todo estaba hecho.
Aunque no fue un asesino o adúltero, sintió la vergüenza del asesino y del adúltero. Aunque nunca mintió, cargó con la vergüenza del mentiroso. Aunque nunca engañó, sintió la vergüenza de un engañador. Como llevó el pecado del mundo, sintió la vergüenza colectiva del mundo. Y gracias a Dios que lo hizo. Gracias a Dios que soportó, porque no podríamos lidiar con nuestros propios pecados.
¡Jesús es el Único Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! ¿Ya pusiste tu carga en Él?
CITAS BÍBLICAS:
Marcos 14:50
Entonces todos lo abandonaron y huyeron.
Amós 8:9-10
En aquel día —afirma el Señor omnipotente—, »haré que el sol se ponga al mediodía, y que en pleno día la tierra se oscurezca. Convertiré en luto sus fiestas religiosas, y en cantos fúnebres todas sus canciones. Los vestiré de luto y les afeitaré la cabeza. Será como si lloraran la muerte de un hijo único, y terminarán el día en amargura.
Juan 19:30
Al probar Jesús el vinagre, dijo: Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.