Sin caretas
DEVOCIONAL 2: Sin caretas
Por muchos años, los cuerpos de seguridad de muchos países han ocupado el detector de mentiras o “polígrafo” como una herramienta fundamental para identificar a personas que no están diciendo la verdad. Este aparato mide signos como la presión arterial, los cambios en la respiración y la sudoración en las manos de la persona entrevistada. Es decir, no mide la mentira en sí, sino los efectos indirectos de mentir.
Cuando una parte del pueblo de Israel dejó de ver a Dios como su única opción, muchos empezaron a mentir haciéndoles creer a otros y a ellos mismos que en realidad adoraban al Señor, pero era tan grande su mentira, que adoraban a Dios por las mañanas, pero por las tardes ya estaban haciendo un culto para sus otros dioses.
Su adoración se volvió falsa, llena de caretas. Si cada uno de ellos se hubiese sometido al polígrafo, seguramente habrían reprobado y su más grande mentira habría salido a la luz.
Sin embargo, tal como la Palabra de Dios dice que no hay nada oculto que no haya de ser manifestado ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz, los israelitas comenzaron a reflejar los efectos indirectos de su falsa adoración.
Entre ellos mismos nombraban sacerdotes para que oficiaran en los altares paganos, ofrecían sacrificios y ofrendas a sus dioses. Evidentemente, su corazón se alejó de la voluntad de Dios.
No sé ustedes, pero para mí una de las cosas peores en la vida es mentir y que a uno también le mientan. Uno se pregunta cosas como: “¿qué hice para que me mintieran de esa manera?”, “¿acaso no soy digno de confianza?”, “¿por qué tengo la necesidad de mentir?”
Si eso nos pasa a muchos de nosotros, te imaginas ¿cómo se siente Dios cuando le dan una falsa adoración?
Es increíble que hoy en día la situación no sea tan diferente a la de Israel en aquel entonces. He escuchado tantas historias sobre creyentes que, al sentir que Dios no les ha respondido lo que ellos han querido, buscan a personas que les lean la mano o “les hagan una limpia” para obtener lo que ellos desean. ¡Parece que exagero, pero es la realidad!
Puede que en este momento te sientas o estés ante el Señor de la misma manera: con una careta que no te deja revelarte ante Dios como realmente eres, ya sea porque tu adoración está dirigida hacia otro lugar que no es el Reino celestial o por algún pecado que ha nublado tu necesidad del Señor; sin embargo, recuerda que Dios sigue siendo nuestro gran libertador.
En el Salmos 63, el Rey David le dedica una profunda y verdadera adoración al Señor. Él le dice: “Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.”
Mi deseo es que hoy te sientas libre, tan libre que dejes afuera toda careta, toda falsedad en tu corazón y que, sin importar cuál sea la circunstancia o el pecado, empieces a anhelar la presencia de Dios tanto como David lo hizo.
CITAS BÍBLICAS:
Salmos 63:1
“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.”
2 reyes 17:32
“Adoraban también al Señor, pero de entre ellos mismos nombraron sacerdotes a toda clase de gente para que oficiaran en los altares paganos.”
Juan 4:24
“Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.”
Lucas 8:17
“No hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada oculto que no llegue a conocerse públicamente.”